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hospitalario

¿Y tú qué haces aquí? Esta es la pregunta que todo creyente que representa a Cristo debe esforzarse en evitar que pase por la mente de las personas.

Hace un par de semanas fui a comer con dos amigos pastores, uno de ellos quería ir a un restaurante en particular debido a que quería probar la comida de ese lugar. Yo no tuve problema con ir a ese restaurante, pues antes había ido y la comida me parece buena.

Nos dirigimos al lugar, el restaurante estaba ubicado en una plaza, vimos un letrero con el nombre del restaurante y nos acercamos a la entrada, allí nos recibió una persona con una actitud y un lenguaje corporal que me hizo sentir como si nos estuviera haciendo la pregunta — ¿Y ustedes qué hacen aquí?, yo no sé si mis amigos pastores notaron la actitud de este hombre, pero yo así lo percibí, nos acompañó a la mesa y enseguida uno de mis acompañantes se dio cuenta de que este no era el restaurante que queríamos visitar(el letrero no correspondía al lugar), así que acto seguido pidió una disculpa a la persona y salimos del lugar, esto es algo que yo agradecí, ya que en nuestro trayecto de la recepción a la mesa, era lo que quería, salir de ese lugar, pues mi primera impresión no fue la de sentirme bien recibido por la persona que tenía esa tarea, la de recibir a los comensales.

Yo no sé si la comida de ese restaurante del que salimos era buena o aún mejor de la que comimos esa noche, lo único que sí sé, es que la persona que nos recibió estorbó en mi deseo de querer disfrutar la comida de ese lugar, debido a que muy probablemente la persona que nos recibió no representaba en su forma de ser la comida que se servía allí (o tal vez sí).

Creo que historias como estas suceden seguido en iglesias en donde se predica la sana doctrina que alimenta las almas de las personas, creo que existen personas en las iglesias donde el evangelio es proclamado que no representan la comida espiritual que se sirve en ese lugar, debido a que no entienden que como cristianos somos llamados a tener una actitud de hospitalidad y servicio en nuestra manera de vivir, esto debería de ser así en todo lugar y en mayor medida cuando nos congregamos con la iglesia de Cristo.

Hay muchos pasajes en la biblia que nos instruyen a ser personas que buscan ser hospitalarias, en esta ocasión quisiera mencionar solo uno que no necesita ser interpretado, y que Dios nos da como un claro mandamiento en Su Palabra:

“No se olviden de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.” ‭‭Hebreos‬ ‭13‬:‭2‬ ‭NBLA‬‬

Soy el primero en aceptar que la hospitalidad no es algo que me venga natural, envidio a las personas a las que se les da naturalmente. Sin embargo, pasajes como este me invitan a salir de mi zona de confort, o mejor dicho de mi zona antinatural, de mi zona egoísta y autocomplaciente.

Es claro que desde la perspectiva de Dios, Él quiere que le representemos en este mundo de forma que la hospitalidad sea una marca de cada creyente, donde queremos evitar a toda costa ser un estorbo para que las personas prueben la comida de la palabra de Dios.

No importa en qué ministerio sirvamos a la iglesia, si es en el de seguridad y  eres el primero en recibir a las personas cuando llegan a la iglesia, o en el de producción y piensas que pasas por desapercibido a los demás, las personas que visitan tu iglesia observarán como yo observe ese día en el restaurante— si tu actitud es la de: “hey ¿como has estado?”, “bienvenido a casa”, “qué gusto volverte a ver”, “ que gusto conocerte” — o la de “¿Y tú qué haces aquí?”.

En lo personal tengo que seguir creciendo en ayudar a las personas a sentirse bienvenidas en la iglesia y en todo lugar. No quiero ser la persona que va a estorbar a que las personas quieran alimentarse de la palabra, no quiero que mi actitud de hostilidad y favoritismo sea la culpable para que aquellos que entraron a las instalaciones de la iglesia en donde me congrego y sirvo, quieran salir de ella tan rápido como entraron.

Si en verdad creo que la palabra que se predica en la iglesia donde me congrego es sana y bíblica, si en verdad esa palabra transformó y sigue transformando mi vida, entonces mi actitud hacia los demás, tanto aquellos que vienen por primera vez como aquellos que ya son regulares en su visita, será una actitud de amor que se manifiesta en la hospitalidad hacia los demás, que ayude a que las personas se quieran sentar a la mesa con el pueblo de Dios a escuchar la palabra de Dios, y quieran probar lo que Dios a preparado para alimentarnos espiritualmente.

No debemos olvidar que las personas no solo se alimentan de la palabra proclamada domingo a domingo, también se alimentan de aquellos que la sirven y la representan, evitemos ser aquellos que causan que la verdad de la palabra de Dios le sepa insípida a las personas, o que en el peor de los caso ni siquiera la quieran considerar, debido a que aquellos que se supone representan esa palabra son hostiles en vez de hospitalarios, son indiferentes en vez de sonrientes, son ensimismados en vez de esforzados, son duros en vez de maduros, son carnales en vez de espirituales. 

Pido a Dios que me de la gracia para no ser así, y lo mismo pido para la iglesia que pastoreó, que Dios nos ayude a obedecer su palabra en pasajes como Hebreos 13:2, y en otros que mencionan las escrituras y que nos muestran el llamado de cada creyente en Jesús a mostrar la hospitalidad, misma que Jesus nos mostró cuando nos recibió en su reino, cuando lo que merecíamos era ser rechazados, que nos mostró cuando nos recibió en su persona, cuando lo que merecíamos era ser ignorados, que nos mostró cuando nos acercó a su Padre en los cielos, cuando lo que merecíamos era vivir desolados.

Que no se diga de nosotros que provocamos que las personas piensen que les estamos preguntando: ¿Y tú qué haces aquí? Ya sea por qué se los transmitimos en nuestro trato, en nuestra actitud, en nuestro lenguaje corporal, o en nuestras palabras. Y en su lugar que se diga de nosotros que provocamos que las personas se sientan bienvenidos y amados, con la esperanza de que quieran escuchar en primer lugar la Palabra de Dios y si se puede también nuestras palabras.